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Nº 18 - Enero 2007
[ISSN 1886-2713]
Dice Chuyú...  

:::Arando con cuernos:::

Chuyú supervisando al labrador

[...] labraban la tierra con cuernos, el hierro les era desconocido; alimentábanse de cebada; sus ganados se componían de cabras; combatían con piedras, que arrojaban hacia atrás; su única práctica de devoción consistía en prosternarse ante el sol en el momento de su aparición. No conocían ninguna religión, y jamás misionero alguno les llevó alguna doctrina [I. Jaldún 1977: 168-169].

Ibn Jaldún (1332-1406), historiador musulmán de ascendencia amazighe, ofrece esta breve descripción de los antiguos canarios en la Muqaddimah, obra que sirve de introducción a su Historia de los Bereberes. El tunecino no olvida hacer referencia a un hecho que condicionaría el modo de vida de las antiguas sociedades amazighes de Canarias: la ausencia de metales en el Archipiélago. Para suplir esta carencia, los isleños tuvieron que buscar materiales alternativos para poder llevar a cabo las actividades necesarias para la subsistencia y el desarrollo cultural del grupo.

La misma cita ejemplifica esta adaptación al medio cuando hace referencia a que los isleños «labraban la tierra con cuernos», hecho que también está documentado en otras fuentes para la isla de Gran Canaria. Mientras Cedeño [(ca. 1490) 1993: 372] afirma que «aprouecháuanse de los cuernos de las cabras para cultibar las tierras i con puncras de palos grandes i fuertes tostadas primero», Abreu Galindo [(ca. 1590) 1977: 160] deja constancia de lo siguiente en su Historia:

La manera de cultivar la tierra para su sementera era juntar veinte y más canarios, cada uno con una casporra de cinco o seis palmos, y junto a la porra tenía un diente en que metían un cuerno de cabra. Yendo uno tras otro, surcaban la tierra, las cuales regaban con las acequias que tenían, [...].

Cedeño [(ca. 1490) 1993: 372] apunta en esa misma dirección cuando habla de la técnica de arado practicada por los antiguos canarios, aportando además otros detalles de interés:

Se juntaban mucho aiudándose unos a otros, i armaban un cantar i vocería, i muchos juntos afilaban una grande estaca i apretando con fuerça hacía la tierra todos a una después apalancaban i arrancaban los céspedes, i después las mujeres los deshacían i allanaban la tierra, y hacían esta obra a las primeras aguas que estubiesse la tierra anegada.

El experimento

En ocasiones se ha cuestionado la utilidad del cuerno de cabra como herramienta de labranza al considerarlo demasiado blando para tal empresa. Lo cierto es que el cuerno no posee la dureza del hierro, material que debieron de utilizar los antiguos pueblos amazighes para roturar sus campos en el Continente. Es por eso que, ante las dudas que puedan inspirar los informes de Ibn Jaldún, Cedeño o Abreu Galindo, decidimos llevar a cabo un particular experimento...

La experiencia –que en ningún caso debe tomarse como una prueba científica, sino como un ensayo experimental cuyos resultados corroboran una información documental– fue llevada a cabo por nuestro amigo y colaborador Jorge Videgain, y tenía como único objetivo el de testar la resistencia del cuerno de cabra al ser utilizado en la labranza. Para ello, conseguimos cuernos de diversas formas y tamaños, incluso de baifo...

Cuernos de diversas formas y tamaños empleados en el experimento

El cuerno alargado y retorcido resultó ser el más adecuado para la labranza. La pieza en cuestión, robusta, dura y compacta, destaca por sus 30 centímetros de envergadura, de los que se deduce que perteneció a un ejemplar macho de Capra hircus, adulto, de más de 10 años de edad. A lo largo de la superficie exterior de la cornamenta, que es semiaplanada en la base y algo mas redondeada hacia la punta, podemos observar claramente los anillos de crecimiento. Su retorcimiento, carasterístico del tamaño y la edad, debió de servirle al animal para ostentar cierto grado de jerarquía dentro del rebaño.

Estos cuernos eran muy similares a los que se pueden observar en el ejemplar disecado expuesto en El Museo Canario, que pertenece, con toda probabilidad, al tipo de caprinos prehispánicos [Tejera Gaspar y Capote 2005: 34].

Primer plano del cuerno más adecuado para arar, con imagen de la cabra prehispánica expuesta en El Museo Canario al fondo

Para arar la tierra, los antiguos canarios colocaban el cuerno de cabra en la punta de un palo de madera. En nuestros ensayos se usó únicamente el cuerno del animal, pues el objetivo de la experiencia no era el de emular la técnica de arado practicada por los isleños –aspecto que las fuentes reflejan, pero con cierta ambigüedad–, sino el de calibrar la resistencia del cuerno.

Empezando a arar la tierra con el cuerno

Durante la experiencia pudimos comprobar que, si la tierra no es muy dura y pedregosa, el cuerno resiste bastante sin deteriorarse. Si la tierra está dura, la dificultad aumenta. Pero éste no parece ser el caso de los antiguos canarios, pues Cedeño afirma que «hacían esta obra a las primeras aguas que estubiesse la tierra anegada». Arar con el terreno anegado es más problemático que beneficioso, por eso suponemos que Cedeño se refiere a que la tierra en cuestión estaba humedecida por las primeras lluvias, cosa que facilitaría algo la tarea, como cuando se labra después del sereno de la noche, con la parte superior de la tierra húmeda.

En el lugar donde llevamos a cabo el experimento, la tierra se encontraba algo compacta, aunque las imágenes hablan por sí solas...

Surco dejado en la tierra por el cuerno de cabra

Tras los resultados positivos del ensayo, animamos a nuestros lectores a que investiguen ellos mismos. Cierto es que en los actuales núcleos urbanos raramente encontrarán cabras, pero, si viven en el campo o visitan el pueblo de sus padres o abuelos, es posible que puedan hacerse con un cuerno. Pueden tratar de labrar con tipos de cuerno diferentes al que utilizamos nosotros, o en terrenos que presenten características distintas (tierras secas o mojadas, duras o blandas, etc.). Incluso los más hábiles pueden buscar la forma de unir el cuerno al palo de madera, tal como lo describen las fuentes etnohistóricas... ¡No olviden fotografiarlo y hacernos llegar sus pruebas gráficas!

Fuentes

ABREU GALINDO, Juan. 1977 (ca. 1590). Historia de la consquista de las siete islas de Canaria. Ed. de A. Cioranescu. S/C de Tenerife: Goya.

CEDEÑO, Antonio. 1993 (ca. 1490). Breve resumen y historia muy verdadera de la conquista de Canaria, en F. Morales Padrón (ed.), Canarias: Crónicas de su Conquista. Transcripción, Estudio y Notas. Las Palmas: Museo Canario-Ayuntamiento, pp. 343-381 + 1 lám.

IBN JALDÚN. 1977. Introducción a la historia universal. (Al-Muqaddimah). Estudio preliminar, revisión y apéndices: E. Trebulse. Méjico: Fondo de Cultura Económica.

Bibliografía

TEJERA GASPAR, Antonio, y Juan Capote Álvarez. 2005. Colón y La Gomera. La colonización de "La Isabela" (República Dominicana) con animales y plantas de Canarias. Tenerife: CCPC (Taller de Historia).

Autor: Chuyú

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