Nº 18 - Enero 2007
[ISSN 1886-2713] |
:::Palabras para personas:::Tan famoso y extendido como el gofio, el arrorró es otro de los antiguos vocablos isleños que aún siguen con nosotros. Incluso en muchos países de América Latina, donde llegó con los emigrantes canarios, también se canta para acunar a los niños pequeños. Y es que su nombre hace referencia precisamente a las crías de ustedes los humanos, porque ro (o arraw) significa ‘niño (recién nacido)’. De ahí, arro-ró se puede traducir como lo hace la canción, es decir, ‘mi niño chico’. Claro que, si el pibito resulta ser un poco llorón, no faltará quien lo llame guañaco. La terminación –aco es española, pero guaña o guaña-guaña es la denominación insular de la ‘pardela centicienta’, un ave marina que emite un sonido parecido a un grito de lamento o llamada. Entonces, se dirá que el chiquillo gurgunea o ‘lloriquea’. Ahora bien, al joven alto, fuerte y robusto se le ha calificado siempre de magalote o, en su forma original, maglut (que se lee /mag•lute/). Y, si se trata de una muchacha muy desarrollada, nos referimos a ella como una jurdana (ghurdan). ¡Vaya, cuántas palabras! Y casi todas han estado en uso hasta hace muy poquitos años. Seguro que tus abuelos todavía las recuerdan. Pregúntales. Bueno, me parece que por hoy le hemos dado un buen repaso a tus congéneres humanos. Ninguno desprende tanta luz como yo, aunque los antiguos isleños no estarían muy de acuerdo conmigo. Pero eso lo explicaré otro día… Autor: Chuyú |
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