Nº 18 - Enero 2007
[ISSN 1886-2713] |
:::Bentejuí:::A pesar de las inexactitudes y lagunas que menudean en los relatos de las diversas operaciones militares, aquellos momentos críticos de la colonización europea dejaron en las Islas episodios y personajes, como el que hoy traemos aquí, cuya proyección social y ética ha trascendido las flaquezas, más o menos inducidas, de la memoria colectiva. Eran muchos aspirantes a la corona y entre ellos se contaban la hija de Thenesor, llamada Guayarmina, su prima Arminda, única heredera de Guayasen el Bueno, un hermano del Guanarteme denominado Aythamy, guerrero de carácter indócil e intratable y los jóvenes Bentejuí y Thagoroste, de la familia real de Semidán. Rechazaban la mayoría a Aythamy y Thagoroste como personas antipáticas al pueblo. Inclinándose a dar sus votos a Bentejuí, patrocinado por el influyente faicán de Telde, funcionario, como ya sabemos, activo, inteligente y poderoso, el cual, al fin, después de algunos esfuerzos obtuvo el triunfo para su protegido. Con el objeto de tranquilizar a algunos que aun esperaban el regreso de Tenesor ofreció Bentejuí tomar por esposa a la princesa Guayarmina con cuyo enlace no se excluía a la familia de Tenesor (Millares (1881) 1977, II: 183). Frente a la imagen pretendidamente dinástica que siempre intentaron ofrecer los descendientes del linaje guanartémico, una vez más el viejo principio electivo regía en la definición de la jefatura. Y, en efecto, sobre este Bentejuí recayó la dura tarea de dar continuidad a las légítimas instituciones sociales de la población canaria. Bentejuí se trasladó, encabezando un importante contingente humano, hacia la protección que brindaban las agrestes montañas de Tirajana. Pero, de nuevo, fueron cercados en Ansite, paraje cuya localización exacta aún se discute. Esta vez la espera acabó en éxito para los castellanos, previa mediación de Fernando Guanarteme ante los cansados sitiados, que finalmente aceptaron las condiciones de rendición. Todos, menos Bentejuí y el faycán teldense, que prefirieron mantener su libertad hasta el último momento de sus vidas: «[…] menos Tazartico y un faisage biejo de Telde, que ambos se derriscaron llegandose el muchacho a el viejo le cojio de un brazo, y diciendo a tiz Tirma, a tiz Tirma, de un salto vajaron hechos pedasos» (Marín (1694: 60r) 1986: 214). Es muy probable que, antes, Bentejuí (Wenteghuyyit, ‘éste vocifera, alerta o invoca’) interviniera también en la famosa Batalla de Ajódar, donde los castellanos sufrirían la mayor derrota en la Isla, contribuyendo con su arrojo a que los canarios salieran indemnes en los inciertos episodios de asedio a los que fueron sometidos. Con su desaparición, se sellaba la finalización “oficial” de la conquista de Gran Canaria, un 29 de abril de 1483.
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