Nº 18 - Enero 2007
[ISSN 1886-2713] |
:::¿De qué vivían los antiguos isleños?:::Puede que les asuste hablar de economía, pero lo cierto es que la tenemos presente en muchas de las cosas que hacemos a diario. De hecho, podríamos describirla como el conjunto de actividades que llevamos a cabo para poder vivir. En la mayoría de las Islas, el pastoreo constituía la actividad más importante. Por eso, decimos que su economía era de tipo pastoril. El ganado estaba compuesto mayoritariamente por cabras, aunque también había ovejas y cerdos. De estos animales, se obtenían alimentos como la leche, la manteca o la carne, y también se aprovechaban las pieles o los huesos para la elaboración de ropas y utensilios. La agricultura desempeñaba una función secundaria en el Archipiélago. En alguna de las Islas ni siquiera se practicaba. El régimen de lluvias y la organización de la producción hicieron más frecuentes los cultivos de secano, aquellos que se alimentan del agua llovediza, siendo los sembrados más extendidos la cebada y el trigo. En El Hierro, por ejemplo, conservamos un vocablo [chajoco (zaghugh), m. sing.] que designa el ‘terreno de cultivo que se riega mediante inundación’, es decir, algo así como las conocidas ‘gavias’ isleñas. Tan sólo en Gran Canaria y en algunas zonas del norte de Tenerife se practicaba el regadío (habas, guisantes). Los antiguos isleños también aprovechaban los recursos que de manera natural les brindaba su entorno. Con la madera de los árboles fabricaban utensilios y armas. Al respecto, podemos citar otro ejemplo herreño: el cárisco [kars_isk], nombre ínsuloamazighe del viñátigo (Persea indica), que se traduce por ‘árbol o madera de construcción’. Era importante la recolección de frutos silvestres o raíces de helecho, llamado pirguan [firgan] en La Gomera, productos con los que elaboraban algunos preparados alimenticios. Además, es muy conocido el gusto que los isleños tenían por las lapas recogidas en la costa, cuyas conchas también usaban como ornamento. La pesca no suponía una dedicación especialmente significativa, pero tampoco era desconocida. La practicaban en las proximidades de la costa usando redes de junco, anzuelos de hueso y cuerno o leche de cardón, con la que aturdían a los peces previamente acorralados. Aunque, según cuenta el historiador Marín de Cubas [1694: 75v], «era divertimento de nobles la pesca, y de pobres el ir a mariscar» [1986: 260].
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