Nº 9 - Marzo 2006
[ISSN 1886-2713] |
:::El lagarto moteado canario:::Desde hace muchos siglos, las Islas Canarias han llamado la atención de multitud de naturalistas europeos, que han quedado sorprendidos por la riqueza y variedad de las especies animales y vegetales que las han poblado. El mismo Charles Darwin se sintió atraído por ellas. Influenciado por las noticias que llegaban a los foros científicos de la época, quiso visitar Tenerife. Pero, desgraciadamente, cuando lo intentó, se encontró con una prohibición a causa de una epidemia de cólera que azotaba la Isla. Su ilusión quedó limitada a una visual desde el Beagle. Los grandes lagartos En islas oceánicas es frecuente que algunas especies de animales evolucionen hacia formas gigantes o enanas. Es el caso de los lagartos canarios, en los que la tendencia al gigantismo pudo deberse a la coincidencia en una misma isla de dos especies muy parecidas entre sí. Para evitar la competencia entre ambas, una de ellas evolucionó hacia formas de mayor tamaño, con dieta herbívora, baja capacidad de reproducción y gran longevidad; mientras que la otra derivó hacia formas más pequeñas, consumo de insectos, mayor capacidad de reproducción y vida corta. La presencia de grandes saurios en Canarias es conocida desde épocas anteriores a la Conquista. Plinio el Viejo, en el siglo I d.C., comenta [VI, 32, 204] la existencia de una isla llamada Capraria, cuya descripción coincide con la de El Hierro, que estaba llena de lagartos de gran tamaño: «[...] después de ésta [Junonia], en sus proximidades hay otra menor con el mismo nombre, a continuación está Capraria repleta de enormes lagartos» [Fontán et al. 1998: 411]. Aunque es sabido que Plinio nunca estuvo en las Islas Canarias y que su comentario lo obtuvo de algún libro de los viajes del rey Iuba II de Mauritania, enclavado en el actual Marruecos, probablemente en la ciudad de Bolubilis, ciudad que mantenía relaciones comerciales con las Islas. Pasado algún tiempo, con la llegada de los normados a esta misma Isla, alrededor de 1405, comentan la existencia de grandes lagartos del tamaño de gatos que no hacen ningún daño y son muy repugnantes de ver: «[...] hay abundancia de animales, como cerdos, cabras y ovejas; se encuentran lagartos del tamaño de un gato, pero son inofensivos y no tienen ningún veneno» [LC (ca. 1420: 33r) 2003: 130]. A finales de siglo XIX, Oscar Böetgger fue uno de los primeros investigadores en estudiar los restos óseos de lagartos gigantes canarios. Aunque tres años antes, Karl Von Fritsch ya mencionaba la presencia en La Gomera de lagartos mayores que las lagartijas, de movimientos más lentos y color más azulado. Estos son sólo algunos ejemplos de relatos de viajeros, naturalistas e investigadores que quedaron sorprendidos con estos saurios. Así, en la primavera de 1996, dos naturalistas canarios (E. Hernández y M. Siverio) capturan un lagarto de 43 centímetros de longitud total en una zona bastante inaccesible de los Acantilados de Los Gigantes. Éste era bastante diferente de la especie conocida en esta Isla y de las restantes que habitan el archipiélago canario. Una vez capturados 21 ejemplares se pudo realizar un estudio más detallado, donde se concluyó que dichos ejemplares constituían una nueva especie de reptil, estrechamente emparentados con los lagartos gigantes de El Hierro, y al que denominaron lagarto moteado canario.
El lagarto gigante de Tenerife El lagarto moteado canario o lagarto gigante de Teno es una especie endémica de la isla de Tenerife, que se localiza en la franja acantilada occidental de Teno y en los Acantilados de Guaza (Arona). En los lugares donde vive es relativamente común. A pesar de ello el tamaño real de la población no se conoce, aunque no debe superar unos pocos millares de ejemplares. Es un lagarto de gran tamaño que puede llegar a medir hasta 50 centímetros de longitud total. De aspecto robusto, posee una cabeza corta y ancha. Su cola es relativamente larga con respecto a la dimensión del cuerpo. La coloración general del dorso y partes superiores del cuerpo es grisácea, que puede variar desde muy oscuro hasta algo pálido, dependiendo de la edad, sexo y subpoblación a la que pertenece. Posee el dorso recubierto de pequeños puntos amarillentos distribuidos irregularmente y, además, presenta dos filas de ocelos dorsales de color amarillo y azul. Su reciente descubrimiento, a mediados de los años 90, hace que sea una especie poco conocida. Se trata de un reptil de hábitos diurnos, que permanece activo la mayor parte del año. El periodo reproductor debe comenzar a finales de la primavera, teniendo lugar la eclosión de los huevos bien entrado el verano. Las principales amenazas con las que se encuentra la especie en la actualidad son fruto de la presión humana que ha ido alterando y destruyendo aquellos espacios costeros donde habitó en el pasado. A esta pérdida de hábitat hay que sumar la práctica de deportes al aire libre, la acampada incontrolada y la presencia de depredadores introducidos (gatos y ratas). Es sorprendente que unas islas tan estudiadas y conocidas tuvieran escondida una sorpresa de este tipo. ¿Quién se podía imaginar hace algunos años el descubrimiento de un nuevo vertebrado terrestre en islas como Tenerife?
|
|||||