Nº 9 - Marzo 2006
[ISSN 1886-2713] |
:::I. La Arqueología en Canarias:::Con este texto damos inicio a una serie artículos dedicados a uno de los procesos históricos más interesantes y enriquecedores a los que ha asistido el archipiélago canario. Nos referimos al nacimiento de una disciplina científica dedicada a la reconstrucción del rico pasado de nuestras Islas: la Arqueología. La Arqueología Podemos entender la Arqueología como aquel tratado de todas las cosas antiguas. La palabra ‘arqueología’ tiene su origen en un término griego formado por los vocablos αρχαιος (‘viejo o antiguo’) y λογος (‘ciencia’). Los arqueólogos estudian las sociedades antiguas a través de sus restos, gracias a técnicas de excavación, a la localización superficial, y a toda una vasta serie de procedimientos para analizar los restos encontrados. En este ámbito, se puede afirmar que la disciplina lo estudia todo, tenga valor artístico o no, y siempre dentro de una secuencia espacial y temporal. Dicha práctica, a pesar de tener una vieja tradición en nuestras Islas, resulta ser muy joven si es comparada cronológicamente con otras disciplinas. La Arqueología en Canarias ha venido consolidándose gracias a investigadores de primer nivel, que han supuesto un equilibro en los frecuentes altibajos que estos estudios sufrían en el Archipiélago, y que propiciaron, entre otros aspectos, la desaparición o destrucción de numerosos vestigios de nuestro pasado más antiguo. En el proceso de construcción de la identidad canaria, el estudio arqueológico ha sido en algunos casos determinante. Recientemente se ha publicado una obra en la que el profesor Juan Francisco Navarro Mederos, entre otros autores de gran valía, aclara muchas dudas en lo referente a la construcción de dicha identidad canaria, y afirma que el interés por el pasado «ha estado profundamente marcado por procesos políticos e ideológicos que amparándose en diferentes símbolos han justificado acciones sociales en una continua búsqueda y definición de la Identidad Nacional Canaria» (Navarro Mederos et al. 2005: 15-19). Este factor, entre otros muchos, marcará el proceso de investigación histórica en nuestro Archipiélago, así como el proceso de construcción de la disciplina. El debate abarca tanto los objetivos y resultados de las investigaciones, como el uso adecuado de la terminología usada para el estudio de la materia. Especialmente polémica es la utilización de vocablos como ‘Prehistoria’, ‘Protohistoria’ o ‘aborigen’. Tratemos de definir brevemente estos conceptos...
Los conceptos y el debate Según el esquema académico tradicional, una comunidad humana ocupa un lugar en la evolución histórica en función de su relación con la escritura. La utilización de este recurso cultural revela que el modo de tratar ciertas necesidades sociales ha crecido intelectualmente. Todo parece indicar que la aparición de la escritura estuvo vinculada a la organización de la subsistencia. Contar los bienes disponibles para vivir durante un tiempo que se había de calcular, resulta indispensable para cualquier grupo que quiera controlar su relación con la naturaleza de la que forma parte. La acumulación y la distribución de los productos del trabajo humano requería matemáticas, pero también codificación legislativa, es decir, normas que regularan la convivencia. Y, a partir de aquí, se establecen otros usos que poco a poco van dotando de un perfil literario a una parte muy amplia de las sociedades. Sin embargo, algunas comunidades desarrollaron su cultura a través de la transmisión oral. Como en el caso de los pueblos amazighes, han conocido la escritura y la han aplicado a esas operaciones de subsistencia y en ámbitos lúdicos o funerarios, por ejemplo, pero aspectos como la educación, el derecho o la literatura se han construido sobre una comunicación preferentemente oral. En consecuencia, el enfoque tradicional en la ciencia histórica requiere no pocos matices a la hora de examinar estas otras manifestaciones de la cultura humana. Por lo expuesto hasta aquí, es evidente que las nociones clásicas de ‘prehistoria’, ‘protohistoria’ e ‘historia’ deberían manejarse con algún escrúpulo en relación con el pasado de las Islas. Aunque los estudios (epigráficos) de las inscripciones amazighes de Canarias no permitan todavía obtener una información muy concreta y fiable, queda claro que la escritura no era desconocida para las poblaciones isleñas. Es más, las últimas investigaciones señalan usos matemáticos y astronómicos sin duda relevantes. Luego, hablar de prehistoria de Canarias parece fuera de lugar, aunque la comodidad de los convencionalismos haya extendido el empleo de éste y los otros términos relacionados. Quizá, de forma transitoria, hasta que seamos capaces de transcribir y traducir las fuentes escritas de carácter ínsuloamazighe, podría pensarse en utilizar la noción de ‘protohistoria’, ya que nuestro conocimiento de ese pasado se basa sobre todo en fuentes contemporáneas firmadas por extranjeros. Pero esto no resuelve los problemas, ya que significa marginar el papel de la tradición oral como memoria y expresión evolutiva de ese pasado. En realidad, la cuestión que se ventila es si existe o no una continuidad histórica entre las gentes y la cultura amazighe de entonces y la actual, de manera que el corte introducido por la irrupción europea habría marcado dos momentos antropológica y culturalmente distintos. De ahí la generalización del concepto ‘aborigen’ en el discurso académico y político dominantes en Canarias durante tanto tiempo, pues el término hace referencia a los habitantes más antiguos de un determinado territorio, que se distinguen de la población asentada en él con posterioridad. Por descontado, negar la conmoción que representó la ocupación europea de las Islas sería absurdo. Pero ni siquiera la tesis del genocidio, a pesar de la importante sangría demográfica, se sostiene ya a la luz de las recientes investigaciones genéticas. Un pueblo, sometido a una fuerte presión social, puede incluso abandonar su lengua, pero otra cosa diferente es que su cosmovisión, su relación con el mundo, cambie de forma radical. En Canarias, sólo la introducción del capitalismo, que ha modificado de manera abrupta las estructuras y las dinámicas económicas, está provocando una acelerada descomposición identitaria (como en muchos otros sitios del planeta). Sin embargo, aunque menguante, todavía hoy es posible reconocer la impronta del pasado más antiguo en la cultura isleña actual, nutrida además con un mestizaje de siglos, por supuesto, pero que no ha llegado a liquidar ese ingrediente amazighe. Por eso, nos parece más oportuno considerar ese pasado en una secuencia integrada, como historia antigua del desenvolvimiento insular, donde sus habitantes ocupen la condición de nativos, antepasados o ancestros de quienes aún conformamos la mayoría de la población originaria de Canarias. El proyecto En la presente serie de artículos, pretendemos describir no sólo lo que es la Arqueología, lo que busca y lo que pretende, sino que intentaremos aclarar algunos de los aspectos del desarrollo histórico de la disciplina en nuestro Archipiélago, desmitificando muchos de los tópicos que sobre el mundo ínsuloamazighe se han vertido en estas últimas décadas y que son científicamente incongruentes. En este proyecto que aquí iniciamos, encontraremos numerosos problemas que poco a poco trataremos de abordar. Problemas en algunos casos etimológicos o de septicidad de ideas en la utilización de ciertos vocablos, como los anteriormente mencionados. En próximos capítulos entraremos de lleno en los inicios del anticuarismo en Canarias o, lo que es lo mismo, iniciaremos la andadura por el conocimiento científico de la historia antigua del archipiélago canario. Despedimos la presente introducción citando el prólogo de la obra de Sabino Berthelot [1978: 3-4], Antigüedades Canarias, recogiendo de esta manera las palabras del Marqués de Gerona: En busca de esos vestigios del hombre que fue,
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