Nº 7 - Enero 2006
[ISSN 1886-2713] |
:::Las endechas isleñas:::En 1590, el ingeniero lombardo Leonardo Torriani (ca. 1560-1628), enviado a Canarias por Felipe II para proyectar las defensas del Archipiélago, termina y envía a la corte hispana el resultado final de su inspección, un manuscrito que titula Descripción e Historia del reino de las Islas Canarias antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones. La obra compendia gran parte del conocimiento etnohistórico que entonces tenían los colonizadores europeos acerca de la población insular y sus costumbres. Entre otros valiosos informes que aporta, transmite las dos únicas muestras de composiciones poéticas o musicales isleñas que han llegado hasta nosotros. Se trata, claro, de piezas ya muy tardías e influidas por la nueva cultura instalada en las Islas, pero aun así retienen una imagen etnolingüística muy interesante de aquel pasado. Todo parece indicar que estas canciones de lamento y tristeza, llamadas endechas, se realizaron durante un tiempo tanto en castellano como en amazighe insular. En realidad, da la impresión que esas composiciones romances se reencuentran en el Archipiélago con la porción norteafricana de su herencia andalusí que también habitaba en Canarias. En todo caso, más allá de conjeturas difíciles de rastrear, la estructura, la inspiración y el contenido de estos dos ejemplos líricos que suministra Torriani destilan elementos reveladores de una identidad, así como de una época de transición y convivencia entre flujos culturales y humanos diferentes. De forma un tanto abrupta, mientras repasa las características, hábitos y creencias de los antiguos gomeros (en el capítulo LIX), el ingeniero cremonés se detiene a evocar las creaciones poéticas isleñas. De ellas, destaca la influencia de su «tono lamentoso» en ciertas melodías europeas y en las endechas hispanas. A modo de ejemplo, vierte al italiano una par de estrofas castellanas, junto a las que añade, de pronto, las piezas insulares en lengua amazighe, una que adscribe a la isla de Canaria y otra a la de El Hierro. Y, a partir de aquí, retoma la narración etnográfica que venía dedicando a la sociedad gomera. La reproducción de los versos es bastante fiel al original nativo, pero las traducciones, que quiere presentar como literales, sólo recogen el sentido general de las composiciones.. He aquí el texto de ambas obras [Torriani (1590: 82r) 1940: 180-182]: Endecchia Canaria Aicà maragà, aititù aguahae Endecchia del Ferro Mimerahanà, zinu zinuhà; Endecha canaria ¡Oh, huésped, el duelo compartimos! Endecha del Hierro ¿A qué nos liga traer y llevar Pero, más allá de la textualidad de las estrofas, salta a la vista que la interpretación tampoco resulta tan clara en un caso y en otro. En principio, la canción herreña expone un sencillo asunto amoroso: un chico, Agaraf, entrega obsequios rituales a una muchacha para solicitarle un compromiso; pero no parece que lo haga por propia iniciativa, pues evita mirarla. Que el entorno familiar o social sea quien impulse el acto, no constituye un episodio tan significativo. Pero la presentación de los tres productos citados, agua, (recipiente de) harina y leche, comporta una carga simbólica evidente: el agua como principio vital y vínculo con la naturaleza; la leche como substancia que nutre un hermanamiento o identidad compartida; y la harina como el alimento social o expresión del trabajo humano. En suma, una fórmula ceremonial que reúne toda una concepción de la vida en sociedad. Por el contrario, la endecha canaria presenta implicaciones más complejas. Dos grupos étnicos, cuyas condiciones socioculturales se han visto radicalmente alteradas, consideran la posibilidad de estrechar lazos a través de una alianza matrimonial. El anfitrión, la población amazighe de la Isla, para preservar su continuidad en la nueva sociedad colonial, ofrece un pacto al grupo foráneo. Pero, ¿a cuál? Las hipótesis están abiertas, porque el poema no brinda ninguna pista segura. La formulación literal del segundo verso («tu madre está muerta; el cuello ha entregado la sangre»), induce a pensar que la oferta se realiza a cualquiera de las minorías étnicas que, perseguidas en Europa por aquel entonces (siglos XV y XVI), encontraron asilo en el Archipiélago. Los Reyes Católicos, por ejemplo, expulsaron a los judíos de España en 1492. Pero tampoco esta incógnita será fácil de cerrar…
Autor: Ignacio Reyes |
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