Nº 7 - Enero 2006
[ISSN 1886-2713] |
:::Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz:::Los orígenes del Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz se remontan a 1953, cuando el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias creó la Sala de Arqueología Canaria Luis Diego Cuscoy, destinada a proteger y difundir un pedazo de nuestro patrimonio ancestral. Lamentablemente, las dificultades económicas precipitaron su cierre en 1958, sólo cinco años después de su apertura. Tuvieron que pasar varias décadas para que los diversos agentes sociales del Puerto de la Cruz (Ayuntamiento, promotores, vecinos, etc.) tomaran el relevo de la antigua Sala, cuyos fondos, unidos a otras colecciones cedidas por particulares, configurarían el actual Museo Arqueológico, que abriría sus puertas por vez primera el 29 de mayo de 1991. El recorrido El Museo Arqueológico del Puerto de la Cruz está situado en una antigua casona familiar. Sus dependencias (Departamento de Educación y Acción Cultural, laboratorio, depósito, secretaría, etc.) están ubicadas en los pisos superiores, mientras que las seis salas de la muestra permanente se hallan anejas al patio interior. La recreación de una cueva de habitación guanche es la encargada de recibirnos. Nos introduce en una exposición que nos acercará a una de las manifestaciones más significativas de la cultura antigua de Tenerife: La cerámica guanche. En la segunda sala, se explican las características y propiedades del barro, materia prima para la elaboración de la cerámica, y se describe el proceso de modelado de las piezas, siempre a mano, sin torno. También podemos ver un vídeo dedicado a la cocción de los gánigos. Precisamente los gánigos son los protagonistas de la tercera sala de la muestra, donde encontramos piezas utilizadas por los guanches en el ámbito doméstico (para cocinar, servir la comida, etc.), provenientes de yacimientos del Puerto de la Cruz, Santa Úrsula o las Cañadas del Teide. Llama la atención la recreación de un escondrijo de pastor, cuya función era la de guardar el ajuar cerámico de una temporada a otra, evitando así el delicado transporte de los gánigos.
La cuarta sala está dedicada a las ánforas. Los guanches probablemente las usaban para el transporte y el almacenaje de agua, leche u otros productos semisólidos, como la manteca de ganado. La penúltima sala de la exposición estudia la relación entre algunos objetos de barro y el mundo mágico o religioso. Tras observar algún collar hecho con cuentas de barro, el Guatimac captará toda nuestra atención. Se trata de una figurilla antropomorfa cuyo significado y utilidad todavía se desconoce, aunque suele interpretarse como una especie de amuleto de los antiguos pobladores de la Isla. La exposición acaba con una nueva recreación. En esta ocasión se trata del interior de una cueva de enterramiento guanche, a la que tenemos acceso visual mediante una grieta practicada en la pared. En el interior de la estancia, observaremos cómo el gánigo acompaña al xaxo durante su último viaje.
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